Siento
tu locura cada vez que rozas mi piel.
Noto
esa lujuria, ese salvaje deseo que emanas por cada poro de tu piel.
Con
cada roce de tus ardientes y hambrientas manos se eriza cada milímetro de mi
cuerpo sin poderlo evitar.
Es como
electricidad. Esa electricidad que me atraviesa y penetra hasta lo más profundo
de mi cuerpo y enciende cada nervio, cada sentido y los descontrola en cuestión
de segundos.
Para
instantes después dejarme con sed. Con sed de más y más.
Sedienta
y con un hambre tan voraz que soy incapaz de controlar, de manejar.
Y de
esa forma llego a convertirme en una persona diferente.
De
esa forma sale a la superficie una parte de mi completamente desconocida.
Descontrolada.
Una
parte de mí que no había conocido antes.
Visceral,
salvaje, carnal,...
Y todo
desaparece. Para dejar solo esa sed, esa hambre de ti.
Solo,
por el roce de tu piel en la mía.